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La alimentación y el descanso del bebé son dos de las cuestiones que más preocupan a los padres en los primeros años de vida de sus hijos y, en esto, las expectativas juegan un papel fundamental. Porque a veces nos basta el ejemplo cercano de algún familiar o amigo para idealizar la crianza y toparnos con la dura realidad. Es entonces, cuando las cosas no salen como se esperaba, cuando puede generarse una gran frustración en la familia.

Para afrontar lo mejor posible esta etapa en la que comer y dormir es una aventura, tanto para el bebé como para los padres, lo mejor es estar preparado y contar con toda la ayuda posible. Ante cualquier dificultad en cada etapa, conviene saber cómo reaccionar y de qué recursos podemos disponer para salir airosos.

La alimentación del recién nacido

La alimentación del bebé es uno de los asuntos que más estrés crea en los padres durante los primeros años de crianza. Al principio, con el recién nacido, la preocupación se centra en que se alimente de forma suficiente para que vaya ganando peso. Las madres que apuestan por la lactancia materna pueden encontrarse con problemas inesperados que afrontan con gran dificultad por la falta de información o porque la que se les ofrece está obsoleta. Hablamos de problemas de agarre o postura al amamantar, presencia de frenillos que limitan la succión, alergias alimentarias a través de la leche materna, etc.

Las consecuencias en el día a día pueden hacer cuesta arriba la lactancia materna, sobre todo, en lo que respecta a la mamá lactante, que puede sufrir dolor al amamantar por la presencia de grietas o heridas, así como mastitis reiteradas, sin hablar del agotamiento y la frustración que todo esto le genera.

Consejos en esta etapa

¿Qué pasa si nos encontramos con alguna de estas dificultades? El mejor consejo que se puede dar es informarse bien y ponerse en manos de profesionales especializados ante la más mínima duda o molestia. Por eso, ya antes del parto es recomendable acudir a algún curso de educación maternal, preferiblemente impartido por personal actualizado en temas de lactancia y crianza.

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A su vez, las asesoras de lactancia suelen desempeñar un papel muy eficaz ante cualquier duda o complicación al dar el pecho, especialmente si también son expertas en anquiloglosia. Y es que, además de ayudarnos a adquirir la postura más adecuada al amamantar y solucionar problemas habituales como obstrucciones, en caso de que detecten alguna anomalía limitante en la boca del bebé, podrán derivarnos rápidamente a un especialista, ahorrando mucho sufrimiento al pequeño y a la familia en general.

Por su parte, la alimentación con biberón, sea en lactancia mixta o artificial, tampoco está exenta de dificultades. Por ejemplo, el niño puede reaccionar mal a la leche de fórmula si padece alguna alergia alimentaria o incluso la presencia de un frenillo también puede generar problemas de deglución. Una asesora de lactancia es una persona apta para ayudarnos en este aspecto, en cuestiones como detectar la anquiloglosia o adoptar un sistema de alimentación como el método Kassing, más respetuoso para el bebé.

A partir de los 6 meses: introducción de los sólidos

Hacia los seis meses, cuando la lactancia ya está plenamente establecida, el bebé y los papás afrontan un nuevo hito en la alimentación del pequeño: la introducción de los sólidos. Se abre así un período de aprendizaje en el que el bebé debe ir conociendo nuevos olores, sabores y texturas mientras sigue tomando leche materna o artificial como alimento principal. La idea es que, a partir de los 12 meses, sea capaz de aceptar la mayoría de los alimentos que come el resto de la familia, salvo los que resulten peligrosos.

Ante este proceso, las familias pueden tomar dos caminos: alimentar al pequeño con triturados (purés y papillas) o permitir que manipule él mismo los sólidos, mediante el método BLW. En ambos casos, es posible que se dé un choque entre las expectativas y lo que realmente come el niño. Porque tal vez inicialmente no le entusiasme probar esa papilla de frutas o ese plátano cortado con mimo en trozos manejables para sus manitas y boca.

Por otro lado, otro de los grandes miedos en esta etapa común a todos los padres es el del atragantamiento, de forma que la más mínima arcada nos hace temblar y dudar de nuestra elección. Una vez más, con ambos métodos (triturados y trozos) las probabilidades son mínimas si tomamos las precauciones necesarias y sabemos respetar las señales del bebé.

Consejos para superar los miedos

El principal escollo que se nos suele plantear con la alimentación complementaria es que el niño no se muestre demasiado interesado. Ante la preocupación por que esté comiendo poca cantidad de lo que le ofrecemos, cabe recordar que hasta los 12 meses el alimento principal del bebé es la leche materna o artificial. Así pues, conviene armarse de paciencia para entender que cada niño lleva un ritmo y que, tarde o temprano, acabará probando esos alimentos que le ofrecemos, además de jugar con ellos. De nuevo, lo peor que podemos hacer es comparar casos de otros niños o tomarlos como referencia, porque no harán más que frustrarnos.

Por otro lado, si respetamos los tiempos y nos hemos informado e incluso formado adecuadamente, no nos queda más que confiar más en las capacidades del pequeño y entender que una simple arcada no implica un atragantamiento.

El sueño: expectativa vs realidad

El sueño del bebé es otro de los quebraderos de cabeza más frecuentes en los padres. Seguimos expuestos a que las expectativas nos lleven a la frustración si comprobamos que nuestro pequeño no duerme las horas que imaginábamos o si se presentan problemas que interfieren en su descanso. Por un lado, parte del proceso de adaptación de los padres a la llegada del nuevo miembro de la familia consiste en entender que su sueño es evolutivo y que al principio seguir su ritmo resultará agotador. Incluso en aquellos bebés más dormilones, es factible que, llegada la etapa de los 4 meses, sus noches se llenen de microdespertares debido a la adquisición de nuevas fases del sueño como parte del proceso de madurez.

Por otro lado, afecciones como el reflujo gastroesofágico o las alergias alimentarias, que algunos niños padecen durante el primer año debido a la inmadurez del sistema digestivo, pueden impedir que los bebés duerman largos períodos de tiempo. Igualmente, cabe la posibilidad de que nos encontremos en los primeros meses con episodios de gases y cólicos que alteren tanto su descanso como el de los padres en las horas nocturnas. Los gases surgen por diferentes causas, desde un mal agarre a la presencia de un frenillo sublingual, pasando por una intolerancia alimentaria, como la de la proteína de la leche de vaca, muy frecuente en los menores de un año.

A partir del año, si bien el sueño nocturno del bebé se va asentando (incluso con múltiples despertares), pueden aparecer otros factores como las pesadillas y los terrores nocturnos que sigan dificultando el sueño en la familia.

Consejos para mejorar el descanso

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Si se plantean dificultades como las anteriormente mencionadas, no debemos desesperarnos. Solo hay que pensar que todo pasará, que volveremos a dormir y que lo más importante es hacer que ese tiempo con nuestro bebé cuente, viviéndolo de la forma más cómoda posible. Podemos ayudarnos de todos estos consejos:

  • Conocer el sueño del bebé: para ajustar las expectativas y no llevarse decepciones, es recomendable informarse de cómo es el sueño del bebé consultando manuales de referencia como el libro ‘Dormir sin lágrimas’ de Rosa Jové. Así, sabremos a qué atenernos en cada etapa de su crecimiento, cómo va evolucionando el sueño y cómo ayudarle a que descanse lo mejor posible.
  • Ambiente tranquilo: en las primeras semanas, un exceso de estímulos y actividad en torno al bebé puede desencadenar episodios de llanto nocturno difíciles de consolar. Por eso, lo mejor es evitar someter a demasiados estímulos al recién nacido. Las visitas se pueden retrasar hasta que el pequeño esté más aclimatado y la madre se haya adaptado a la nueva situación.
  • La magia del porteo: uno de los recursos más eficaces para mejorar el descanso del bebé desde su nacimiento es hacerse con una mochila de porteo ergonómico (de las que mantiene las caderas y las piernas del bebé en posición de «M»). Es ideal en los casos de reflujo, pero también para sobrellevar mejor los episodios de gases o llanto inconsolable (cólicos) a lo largo del día, ya que el bebé permanecerá calmado mientras esté pegado a mamá o papá.
  • Lactancia a demanda: si nos hemos decantado por la lactancia materna, lo mejor es ofrecer el pecho a demanda, puesto que será capaz de calmar casi cualquier episodio de llanto del bebé. Especialmente durante la noche, ayudará al bebé y la mamá a conciliar el sueño rápidamente tras cada toma.
  • Colecho seguro: ante la frecuencia de las tomas nocturnas y los despertares durante el primer año del bebé, las cunas de colecho sirven de gran ayuda, tanto para mejorar el descanso de los padres como para atender las necesidades del pequeño sin demora. En un escenario de lactancia materna, el colecho se puede realizar en la misma cama de la madre a partir de los tres meses. Si toma biberón, a partir de los seis meses.
  • Cuna en la habitación: Cuando el bebé pase de la cuna de colecho (o la cama de los padres) a su propia cuna, resulta más práctico tenerlo en la misma habitación para atenderlo tanto en las tomas nocturnas como en los posibles despertares sin desvelarnos teniendo que ir a otra habitación.
  • Vigilar la alimentación: en los primeros meses de vida del niño, está muy relacionada con la calidad del sueño. Por ejemplo, si está tomando pecho, un mal agarre o la presencia de un frenillo limitante en la boca del bebé pueden fomentar que se alimente sobre todo con la leche del inicio, rica en lactosa y sufra muchos gases. También es posible que sea necesaria una dieta por parte de la madre para evitar alérgenos que dificulten las digestiones (lácteos eminentemente) o un cambio a una fórmula hidrolizada hipoalergénica. Igualmente, en los casos de reflujo, es más recomendable la leche materna, ya que se digiere mejor y reduce la acidez en el pequeño.
  • Chupete: aunque no es necesario, ni mucho menos imprescindible, a veces es una ayuda muy eficaz para calmar al bebé especialmente cuando se alimenta de leche de fórmula. También con los problemas de reflujo el chupete resulta útil para controlarlo y es aconsejable para prevenir la muerte súbita durante la noche.

Imágenes | H&M